miércoles, 22 de enero de 2014

Por qué UPyD no es de fiar

El consejo de ministros de Marruecos acaba de ratificar el infame acuerdo de pesca aprobado por la Unión Europea. No hay mucha noticia en este hecho, pues lo realmente noticiable se produjo el pasado 10 de diciembre, cuando la Eurocámara aprobó un acuerdo hecho a la medida de Mohamed VI. Un acuerdo que vulnera el Derecho Internacional más esencial, pues permite decidir a Marruecos sobre un terroritorio que no le pertenece: el Sáhara Occidental.
La Unión Europea, esa Nobel de la Paz de pacotilla, con su presidente de la Comisión Europea cómplice de la matanza de Iraq, reconoció con este acuerdo la soberanía de una dictadura sobre un territorio invadido, arremetiendo contra las mismas resoluciones de la ONU. Y todos tan tranquilos.
En este escenario, hay una postura que llama especialmente la atención: la del eurodiputado español por UPyD Francisco Sosa Wagner. Un tipo con una moralidad tan esclerótica como despreciable, que el día de la votación decidió abstenerse, a pesar de decir defender un programa que reconoce el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui.
La abstención, en realidad, no era una opción decente, porque o se apoya al invasor marroquí o se está en su contra; todo lo demás es no tomar partido y eso choca frontalmente con lo que al menos un servidor espera de un representante público… con un matiz: la abstención aquel día era un sí, era una aprobación a unos acuerdos de pesca que autorizan la ilegalidad de robar los recursos de un pueblo oprimido.
Entonces, el señor Sosa Wagner justificaba su voto asegurando que “valoro los esfuerzos realizados por la Comisión Europea para mejorar el acuerdo. [...] Me abstengo porque la cuestión del Sáhara Occidental sigue sin resolverse: el Acuerdo no excluye explícitamente sus aguas territoriales ni garantiza el respeto de los intereses legítimos del pueblo saharaui. Carece asimismo de un mecanismo de verificación del respeto de los derechos humanos por parte del Reino de Marruecos, asunto grave si se tienen en cuenta las coacciones ejercidas sobre sectores de la población como trabajadores, periodistas y otros profesionales”.
Imagino que fue esa moral de la que carece la que le impidió ver la contradicción en que incurría: si la cuestión del Sáhara Occidental continuaba sin resolverse, si era evidente que se daba carta blanca a Mohamed VI para seguir esquilmando los recursos que legítimamente pertenecen al pueblo saharaui, ¿por qué demonios no votó en contra del acuerdo de pesca?
Ahora lo sabemos, porque el eurodiputado ha dado nuevas explicaciones, tal y como relata magníficamente Javier Perote. Al parecer, las presiones pudieron con él, las del propio Gobierno español al que si poco importan los Derechos Humanos dentro de nuestras fronteras cómo esperar que le importen los de fuera; las de los pescadores españoles a los que pueden más sus ganas de comer que la decencia de admitir que le están robando el pescado a otro; las del poderoso lobby marroquí…
¿Qué retrato nos queda ahora de Sosa Wagner? El que él mismo nos ha dibujado y que representa más una caricatura que una efigie de sí mismo. Un político que falta a su programa, que no tiene un mínimo de integridad ni principios para mantenerse firme ante presiones externas y, además, un mentiroso, que ahora salta con unas explicaciones que nada tienen que ver con las que dio en su día. Un político traicionero que despierta esa terrible sensación de incertidumbre de a cuántas otras presiones externas habrá cedido o cederá en un futuro próximo. Un político cuyo partido le respalda, haciendo extensible las cualidades de uno al otro.
¿Saben por qué? Porque el señor Sosa Wagner repite como cabeza de lista de UPyD a las elecciones europeas. Así que, si son amantes de jugar a la ruleta rusa en política, si lo que les mueve es votar a alguien cuya postura es tan cambiante como incoherente, si lo que les satisface es fiarse de quien no te puedes fiar, voten a Sosa Wagner. Es su candidato. No les defraudará.
O sí.

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