sábado, 16 de febrero de 2013

Antonio Massip: Intolerable juicio militar en Rabat


*Fuente: Antonio Massip; 16 de febrero de 2013
Asistí en Rabat a las primeras sesiones del juicio militar contra 24 saharauis acusados de asesinar a más de una decena de policías marroquíes que desmantelaban el campamento de Gdeim Izik, llamado también de la Dignidad, instalado pacíficamente a las afueras de El Aaiún en Octubre de 2010. La comprometida representación euro española la integraba también mi colega Willy Meyer, de IU, Javier Ballina, abogado y ayudante mío, y Elvira Hernández y Julio Rodríguez, colaboradores de Willy. Fueron también observadores las valientes letradas Gema Arbesú e Inés Miranda, famosa abogada de Aminetou Haidar, el magistrado Jesús Martín Morillo, el profesor internacionalista Juan Soroeta, el jurista aragonés Luis Mangrane, y la también jurista Arantxa Chacón
Para mí ha sido una experiencia terrible como antiguo abogado, demócrata y, aún, como ser humano.
La monarquía alauí intenta dar una imagen algo más abierta y tolerante, que es puramente epidérmica pues enseguida aflora su carácter antidemocrático, radicalmente contrario al ejercicio de los derechos humanos. Quizá la única nota de apertura es que los abogados tienen libertad de expresión y que los observadores, tras alguna vacilación de la autoridad militar, pudimos seguir la vista sin problemas muy graves. Lo demás, de una tristeza sangrante: ¿Cómo se puede juzgar a unos pacíficos ciudadanos detenidos y torturados desde hace dieciséis largos meses en los que no conocieron la acusación de que eran objeto, que podía suponer la petición de la máxima pena? ¿Cómo que entre ellos haya uno que ya estaba detenido en el momento en que se le atribuye, ahora, delitos con resultado de muerte? ¿Cómo que alguno se autoinculpe en una farragosa instrucción con la supuesta sustitución de firma por su huella dactilar si consta que sabe leer y escribir?...y así un largo rosario de preguntas incontestadas. Todo deriva de las inmensas irregularidades de un juicio militar sin auténticas garantías procesales, ante el que la comunidad internacional no puede mirar para otro lado. La autoridad marroquí se comporta con el pueblo saharaui como lo han hecho siempre los colonialistas de cualquier latitud con la población autóctona, a la que somete con estos tribunales militares sumarísimos y las máximas penas represivas. Demuestran que, como ya dijo claramente el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, en 1975, Marruecos es un pueblo distinto. El trato que desde entonces reciben los saharauis se refleja en el comportamiento de este juicio, llevado fuera del territorio y con un tribunal, cuatro de cuyos cinco miembros, uniformados ni son peritos en Derecho ni movían un músculo, pendientes apenas de recibir órdenes. El mismo Fiscal, o Auditor, militar más que dirigirse al ficticio Tribunal parecía por su gesto que sólo iba orientado a las defensas y a los observadores. Por cierto, los corajudos abogados, no podían sentarse en estrados ni intervenir a la altura de jueces y fiscal, algo eso de hablar a la misma altura, que nos reconoció incluso el tardofranquismo.
Todo el ambiente, incluida la abrumadora presencia de "los grises", igualitos a los españoles, se parecía demasiado a cuando yo mismo fui observador en el juicio sumarísimo militar, en Burgos, en Agosto de 1975, contra Garmendia y Otaegui. El franquismo ejecutó a éste último tras un proceso en el que quedó de manifiesto que no fue autor de crimen alguno, a lo sumo, cómplice (pena de un grado menor), o encubridor (dos grados menos).
Mis colegas de parlamento de Francia, Alemania, Bélgica, Holanda, Italia, Portugal, UK y/o España saben bien de los antecedentes colonizadores de sus países con juicios militares contra la población autóctona, en absoluto equiparables al ejercicios de los actuales derechos alcanzados en Europa. No podemos tolerar que Marruecos quiera confundir sobre la verdadera naturaleza de su régimen que dará los tímidos pasos que sean pero que dista mucho de ser una sociedad democrática, respetuosa con la derechos humanos.
Precisamente sobre este aspecto llamaba la atención, en lengua española, uno de los acusados que reclamaba la supervisión de la situación de derechos humanos por parte de la MINURSO, órgano de Naciones Unidas que ya está en el territorio. Las palabras de ese muchacho me impresionaron especialmente y he procedido, como eurodiputado, a trasladarlas personalmente al Secretario general Sr. Ban Ki-moon. (http://www.antoniomasip.net/2013/02/sr.html)